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Las razas autóctonas de las Pitiusas Parte II

By 13 marzo, 2018 julio 6th, 2020 No Comments

En un post anterior comentábamos la importancia de la preservación de estas especies autóctonas de las Pitiusas gracias a su valor cultural e histórico. anteriormente hablamos de la gallina, la cabra y la oveja. Estas tres especies ya contaban con el reconocimiento de raza autóctona, pero en este post nos centraremos en las dos restantes, que aún no cuentan con este reconocimiento y están calificadas  en una agrupación racial inferior: el Conejo Ibicenco y el Cerdo Negro de Formentera e Ibiza:

Foto: Periódico de Ibiza

Foto: Periódico de Ibiza

El Conill Evissenc.

También llamado Conejo Pagès, constituye una agrupación racial y es el único conejo autóctono de las Islas Baleares. Su presencia en las casas de campo es muy antigua, donde ha sido capaz de sobrevivir a lo largo del tiempo tanto a la introducción de razas foráneas más selectas como a las enfermedades. Este conejo tiene un fácil mantenimiento y la fertilidad de las madres es elevada, la cual favorece la producción de carne de gran calidad que tradicionalmente se ha destinado al consumo casero.

La Asociación de Criadores de Conejo Ibicenco cuenta con 4 fincas colaboradoras y hoy en día existen 557 animales inscritos en su Libro Genealógico. Actualmente la asociación junto con el Consell d’Eivissa y el Servicio de Mejora Agraria del Gobierno Balear (SEMILLA) y Universidad Complutense de Madrid están diseñando una estrategia que lleve a cabo su caracterización y diferenciación del resto de razas cunícolas con el fin de alcanzar su reconocimiento oficial como raza. Estos estudios simultáneamente ligados a encontrar una salida al mercado local tanto para este tipo de carne ya que es muy nutritiva y con poca grasa, tanto como para su piel, que debido a su variedad podría presentarse como una opción muy atractiva para la moda típica ibicenca Adlib.

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El Porc Negre de Formentera i Eivissa

A principios del siglo XXI ya se describía la existencia en Formentera de una reducida población porcina de capa negra primitiva, una morfología poco evolucionada y poco modificada con características étnicas diferenciadas (Tascón, 2002). La hipótesis más aceptada de su origen es que los pobladores ibicencos a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII introdujeron en la Pitiusa menor un número reducido de cerdos de la denominada agrupación balear de raza negra (Aparicio, 1960) que se encontraba en aquella época en la isla de Ibiza. La reproducción endogámica entre estos ejemplares y los que pudieran sobrevivir en Formentera de épocas anteriores, junto con la selección genética realizada por los ganaderos y la probable influencia del cerdo común, dio lugar a esta típica población, destinada en mayor medida a las familias para la matanza de autoconsumo (Tascón, 2002). En 2008, gracias al esfuerzo y dedicación de algunos ganaderos de Formentera para preservar aquel cerdo negro, todavía se conservaban un par de ejemplares susceptibles de llevar genética de aquel cerdo antiguo descrito anteriormente y que ya había desaparecido totalmente  de Ibiza. En ese mismo año se constituyó la Asociación de Criadores de Cerdo Negro de Formentera e Ibiza, y se volvió a fomentar la cría de este tipo de cerdo negro en Ibiza. En el año 2009 se llevó a cabo el reconocimiento de la agrupación racial de cerdo de Formentera e Ibiza y se puso en marcha un programa de recuperación para no perder aquel reducto genético del cerdo negro original que estaba en una situación realmente crítica

En el año 2010 se comenzó a trabajar de forma inmediata con aquellos animales que aún conservaban los genes originales mediante un programa de cruce donde se utilizan los machos más puros de la raza Pitiusa y madres de otra raza próxima del mismo tronco originario, en este caso Cerdo Negro Mallorquín. Hoy en día 5 fincas continúan colaborando en este programa, 4 en la isla de Ibiza y 1 en la isla de Formentera. Resulta complicado establecer un censo real de animales puros debido a la naturaleza del programa de recuperación que intenta conseguir una población base final adecuada para construir sobre esta el programa de conservación. Paralelamente existe un banco de germo-plasma que apoya este programa para evitar su desaparición